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miércoles, 1 de junio de 2011

Poesía desde la bodega

Y si la muerte está cerca
En estos albores abrumados de nubes y de gente
sin un rumbo fijo, he de gritar por última vez
que si mi muerte está cerca, entonces no esperare otra vida
y si no es así, entonces seré un gato, un elefante o más bien
un perro.
Si mi muerte está cerca entonces cabe la posibilidad  de poseer
lo que menos quiero y lo que más quiero, la mujer que amo
y mi último suspiro.
Si mi muerte está cerca entonces sabré que habrá
en el dichoso mas alla, tal vez un dios viejo barbado y aburrido
ególatra o un demonio perspicaz y negro o blanco o azul celeste.
Si mi muerte está cerca, podre subir a los cielos
y darle una bofetada a dios y a sus santos,
tener sexo con la virgen maria, y llevarme a Pio X al infierno
y celebrar con el diablo.
Si mi muerte está cerca, podría tener el placer de dejarte,
de dejarme y que todo tenga un final feliz.

Hoy me he visto

Hoy me he visto caer
Y siendo yo mismo, no me ayude a levantarme

Hoy me vi llorar tanto y tan fuerte, sin alivio alguno, hoy mis ojos me miraron, eran pequeños, solos, culpables y arrepentidos.
Llenos de lágrimas hirviendo de calor.
Pero siendo yo mismo, y al verme, no pare de caminar, aun pudiéndome escuchar en mi llanto desesperado y seguí mi caminata sin hacer nada.

Hoy me vi hambriento y con mucho frio, tirado en el suelo, esperando con ansias la muerte o un pedazo de pan.
Aun viéndome en aquella situación,
Seguí sin advertir lo que estaba pasando.

Hoy me vi tan solo en las calles, aquellas frías mojadas estrechas calles, donde la sombra desaparece en la misma oscuridad.
Y soy tan miserable que al verme en tal soledad, mas no quise verme mas y seguí mi camino sin impórtame absolutamente nada.

Hoy me vi muerto, sin vida, inerte en el espacio físico, tieso, sin color, solo aquel leve zumbido del aire oloroso a flores de cementerio, en un cajón y listo para dejar de ser, de existir.
Y ha sido tan tarde esta vez
Que al verme muerto,
No tuve tiempo para despedirme de mí.

Alejandro Rivera

Delirio
Aun no he podido soltarle la lengua a las locas que no pueden llamar a las
cosas por su nombre, me dio la cosa, me dio el ataque, pero que cosa y que
ataque? Locas. Locos.
Andando en la calle como pequeñas marionetas con tetas caídas y bigotes
despeinados, si, todos ustedes son mis marionetas desde aquí.
Llamen a las cosas por su nombre, inclusive y si no es un mal común para ustedes, marioneticas mías, llamensen a ustedes mismos por su nombre.

Oda Al ataque Riveriano

despertad, despertad Alejandro, que te meterán en los oídos muchos kilos de  sonido para que salgan fuera de tus narices como si fueran mocos que disparan hacia el santo padre y al presidente.
Respirando los aires abstractos de la nada porque las pinturas abstractas son nada porque no dicen nada, y el siempre lo dijo, cuando cada vez se metía una cucharada de sopa en la boca.
Despierto de un sueño del delirio Riveriano de los últimos días de pascua, cuando fuimos al apartamento de una niña sodomizada por los cuernos de su propia castidad.
Caminando entre cadáveres de hormigas acomodadas como si fuesen judíos de la era de los nazis.
Veo a la niña de trasero grande donde junto a Júpiter y Neptuno en los orificios entre las piernas y las rodillas, luego su cara, esplendida cara y los labios o dios mío tiene en los labios una mancha de vino rojo, porque ella estaba tomando una copa mientras la sodomizaban los cuernos.

Me subo al tren, suena el traque te traque te de los corrientazos de la energía que mueve a este aparato, y pienso que si Cristo lo hubiesen
asesinado en la horca, entonces los cristianos cargarían una horca todo el tiempo.
Mi ataque ha terminado, el delirio es como una idea donde nacen millones pero todo pasa en menos de lo que vos estás leyendo.

Alejandro Rivera

Inedito
“El dejar aquello, significa para mi, una meta mas pero si lo miro desde un significado más racional,  es por unir más un lazo con ella. Al hacerlo no me preocupo por ella y pierde el control. Ella, fuera de la que tuve años atrás supieron valorar el esfuerzo. Ambas no les gustaba que yo fumara. Recuerdo un cigarrillo viejo que Estefanía me había regalado tenía una inscripción: “no fumes, te amo”.”

De repente te siento en mis brazos, te has bajado de la hormiga roja que te ha recogido del trabajo, te siento con tu piel suave, tu cabello rizado y tus ojos brillantes. Me has puesto una cobija de piel de algodón y suave cuero y haces a mi lado donde siempre he soñado estar.

mi miedo, mi verdadero miedo es perderla a ella, la quiero, la amo, es ella la que veo todo y nada, quiero su amistad quiero su amor, la quiero en mis proyectos. En este mundo nos estamos llenado de miserias, nos quedamos sin respirar aceces hasta nuestra propia familia nos lleva al calvario. No lo digo porque esté pasando conmigo, lo digo porque pasa con la mayoría, somos tan inconscientes que una piedra que se tira, matando mucha gente.

y no digo que se mueran con el cuerpo y todo, ellos mueren, sus ilusiones, sus sueños, sus deseos, hasta su amor. Podría buscar entre ramas secas de un bosque tranquilo mi casa. En la hoja que encuentre, la dividiré en partes, la partiré y con los trozos de su delicado tallo, levantare mi casa entre las ramas secas de un bosque.

totalmente calmado, donde miles de hojas secas tienen materia, donde las personas pueden construir sus casas. El viento que roza las ventanas, aquellas que las ubique con detallada observación en las paredes quebradas de aquella hoja seca, sentado en un taburete que mí bisabuela me ha mandado del cielo, me he sentado a observar como el mundo es tan enorme y tan difícil y grande asquerosamente. Y veo aquellos cerebros ceñidos, grandes casas y un suicidio y yo ando riéndome en las pequeñeces de una casa entre las hojas secas de un árbol de un tranquilo bosque lejos de la ciudad. Donde los pasos de unas personas, amigos van y van de lugar en lugar donde nunca voy a estar.


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