La nueva puta
Por: Alejandro Rivera
Ese viejo que andaba la calle con la mirada alta, escuchaba en sus audífonos melodías desconocidas, poco comunes al resto y vaivén de la turba en que se encontraba aquel despreciado viejo, hasta que un día grito: Yo no soy ellos, ni yo tampoco soy yo. Aquella confusión del lenguaje, típica de la subcultura puta y putrefacta de modas, ideologías, filósofos muertos de pantalones cafés y berrinchosos, sonrisas cubiertas por pelos apenas saliendo del cachete pero inexpertos en el arte del buen vivir, cabellos rizados y gafas oscuras de plástico. Que sentía aquel joven viejo, viejo en su pensar, joven en su actuar. Que pensaba aquel viejo, que crecía devolviéndose en los años, sin malestar alguno. Solo viviendo anécdotas malditos, dignos de contar a sus nietos locos.
Loco! Loco! Le gritaron, veni que vos pensás muy
bacano, le dijeron, le susurraron en su oído centenario. Tráenos la idea, la
idea nueva, la buena nueva, porque somos mediocres e incompetentes, porque nosotros no podemos surgir, somos la
copia, somos los hijos del pirata, somos la lectura poética de Baudelaire, el
resultado de los angelitos caídos empantanados de Caicedo, la confusión entre
misticismo y ciencia, espiritualidad y razón, estética y repelencia, somos el boom artificioso de lo postmoderno, la
literatura postmoderna, el cine postmoderno, el arte postmoderno, la comida
postmoderna, la conducta postmoderna, la marihuana postmoderna, la televisión postmoderna,
la música postmoderna, la moda postmoderna, el sexo postmoderno, la religión
postmoderna, los medios postmodernos, la política postmoderna, la economía postmoderna,
la historia postmoderna, el humor postmoderno y hasta la vida y la muerte
postmoderna, porque donde nosotros vivimos se pasa de lo arcaico a lo
postmoderno, con todo y costumbres, embelecos, entelequias, alucinaciones,
quimeras. De la noche a la mañana nos volvimos polifacéticos, ¡todo en uno!
Escritores, cineastas, fotógrafos, artistas, músicos, poetas, diseñadores,
actores, cantantes, violadores de la palabra, amantes de la retorica barata, la disortografia,
la cacofonía, el oxímoron, el pleonasmo, amamos la hipérbole y no sabemos quien
fue occam. Somos ¡Hipters! ¿Y qué es
eso? –No sé, pero es bueno y nos “identifica”.
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